Capitulos:
Esta es una novela que se situa tras la lucha
del Santuario y antes de la Saga de asgard, La
novela se publicó en el JUMP GOLD SELECTION:
SAINT SEIYA*ANIME SPECIAL 3. El autor es Yoshiyuki
Suga y las ilustraciones son de Shingo Araki (quien
realizó la versión para T.V.) y
Himeno Michi .
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El
Gran Amor de Athena!
Capítulo I
Florecimiento.
Las doce llamas que marcaban el paso del tiempo en
la torre del reloj de fuego ya se habían desvanecido.
En el cielo nocturno, como tratando de aliviar las heridas
de los jóvenes que por primera vez en la historia
habían desafiado al Santuario, en la ya llamada
batalla de las 12 casas,el resplandor de innumerables
estrellas iluminaba suavemente.
La cruel batalla que había durado más
de 12 horas, aquí había llegado a su fin.
Incluso después de que los caballeros de oro
supervivientes se hubieran llevado a Shiryu y a sus
compañeros para que los atendiesen, Saori continuaba
abrazada a Seiya apretándole contra su pecho.
Por mucho que le llamara a Seiya ya no le quedaban fuerzas
para responder y ella ni siquiera podía secarse
las lágrimas que fluían libres por sus
mejillas. Saori continuaba llamando a Seiya desde el
fondo de su corazón
-Seiya.......-
Cuantas veces habría pronunciado ya ese nombre...
En la época en que Saori era una niña
caprichosa y egoista, antes de comprender su propio
destino como Athena, Seiya era el único que se
le había enfrentado abiertamente.
Seiya,al que le habían separado de su hermana,
su único familiar en este mundo, al que habían
tomado como candidato a caballero y forzado a un durísimo
entrenamiento, como aquel que se piensa que no vale
nada y se convierte en un juguete del viento odiaba
su destino y con todas sus fuerzas trataba de volcar
toda su impaciencia y su ira sobre Saori.
Saori cuanto más se revolvía contra
ella pensaba que más lo odiaba, pero sin embargo
ya desde su infancia había comprendido una cosa
-Seiya y yo nos parecemos...
Como única heredera de la fundación parecía
que vivia una vida sin privaciones, pero en realidad
Saori no tenía a nadie a quien confiar su corazón,
estaba sola. Aunque muchos sirvientes y aspirantes a
cabllero se arrodillaran ante ella, eso no la llenaba.
Saori sentía como todos ellos bajaban la cabeza
ante la autoridad del presidente de la fundación
Mitsumasa Kido, no ante ella por su voluntad. Su soledad,
impaciencia, inestabilidad, ira.....cuando se miraba
a si misma en los ojos de Seiya se daba cuanta de que
eran iguales. Y mientras atormentaba a Seiya, a la vez,
gritaba desde el fondo de su alma.
-Seiya....dime...¿que debería hacer ahora?-
-¿Qué va a ser de mi?-
Tan pronto como comprendió su destino como
Athena, Saori había intentado asesinarse a si
misma (nota de la traductora: yo lo interpreto como
que en ese momento prefería ser una diosa y por
ello trata de matar su personalidad humana, la de Saori.
)
Hacía seis años que Seiya y los demas
para obtener sus armaduras habían sido dispersados
por el mundo. Cuando de nuevo volvieron a Japón
ella les enfrentó a una nueva prueba, el llamado
Torneo Galáctico. Sólo para conseguir
sus armaduras habían sufrido muchísimo
y ella cruelmente les había ordenado que lucharan
entre ellos.
Saori, ciertamente, se comportaba como la reina ante
la cual los esclavos que luchaban en el Coliseo, ya
desde las antiguas leyendas griegas, se inclinaban y
admiraban. Al menos no había duda de que así
es como miraba a Seiya y a los otros.
Incluso cuando el semblante de Seiya que vestía
la armadura de pegaso y que se había desarrollado
vigorosamente, desprendía la rebosante autoconfianza
del caballero en que se había convertido y que
se encontraba ante ella, los ojos de Saori que le contemplaban
seguían viéndole como en el pasado.
Saori se trago sus palabras de agradecimiento para
Seiya. De que serviría decir ahora esas palabras.
El cosmos que como Athena despertaba dentro de ella,
sentía claramente que este torneo galáctico
no sería más que un fácil preludio,
y que de ahora en adelante excesivas batallas involucrarían
a Seiya y los otros caballeros.
Desde entonces, pasaron tiempos tormentosos y en algún
momento despareció la fría tirantez entre
Saori y los Caballeros. En cada momento de duras pruebas
o de repetidas batallas que pasaban juntos, cada vez
que superaban un obstáculo, la distancia se iba
estrechando.
Saori ya no era Saori Kido, era Athena...Seiya y los
otros como caballeros de Athena habían protegido
a Saori y Saori también quería protegerles
a ellos.
-¡Saori san!, ¡Athena!, ¡Seiya!
Durante toda la batalla la sonrisa de Seiya que atravesaba
las barreras del tiempo, en algunos momentos llego a
deslumbrarla.
Por supuesto, Seiya no la ofrecía para Saori
Kido, sino para Athena y para el símbolo de la
paz que traería a la tierra que ella representaba.
Sin embargo Saori se alegro de poder devolver esa
sonrisa desde dentro de su corazón.
Cuando eran niños, dentro de su corazón
gritaba a Seiya y la respuesta a ese ruego ahora se
la había estado devolviendo convertida en una
dulce sonrisa.
Cuando ese cálido sentimiento bullía
en su pecho, de repente Saori dejaba de ser Athena,
volvía a ser una simple joven.
Además, ahora, cuando sentía la calidez
del rostro de Seiya , herido y exhausto, como si durmiera,
reposando sobre su pecho, el dolor provocado por la
flecha de oro disparada por Tremi de Sagita desaparecía
y se convertía en una sensación de bienestar.
Sin que ya los caballeros tuvieran que
enfrentarse a crueles batallas, sin tener que llevar
a sus espaldas la pesada responsabilidad de Athena,
así, de esta forma, deseaba estar para siempre.
La expresión del rostro de Saori que alzaba
la vista lanzando una demanda a la estatua de Athena
que se alzaba dominante justo a su lado, era la expresión
de Saori Kido, la simple chica que ciertamente parecía
asustada como un pajarillo que empieza a levantar el
vuelo.
Había un hombre que se había
quedado silenciosamente vigilando los movimientos de
Saori, Mu caballero de oro de Aries.

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En el capítulo
anterior:
La expresión del rostro de Saori que alzaba la
vista lanzando una demanda a la estatua de Athena que
se alzaba dominante justo a su lado, era la expresión
de Saori Kido, la simple chica que ciertamente parecía
asustada como un pajarillo que empieza a levantar el
vuelo.
Había un hombre que
se había quedado silenciosamente vigilando los
movimientos de Saori, Mu caballero de oro de Aries.
El
Gran Amor de Athena!
Capítulo II
El Amor de Athena.
A la mañana del día siguiente, una oleada
de clamores que rompían el silencio,sacudieron
el Santuario. Era el clamor que todos alzaban para alabar
a Athena y celebrabar su advenimiento.
Debido a la conspiración de Saga de Géminis
su figura había estado envuelta en un velo de
misterio e incluso algunos habían dudado de su
existencia, pero, ahora la misma diosa se mostraba ante
ellos en toda su hermosura y nobleza.
Todos los habitantes del Santuario se regocijaban
del resultado de la batalla y la victoria de la justicia
y rezaban, confiaban en que de ahora en adelante la
paz devuelta perduraría para siempre.
Ese era el mismo sentimiento que albergaba Saori.
El Santuario que era un lugar que podría considerarase
como un punto clave para el mantenimiento de la tierra
se había convertido en un campo de batalla y
la sangre de muchos amigos había sido vertida.
En la dulce y a la vez llena de fuerza sonrisa que
Athena devolvia a los que estaban ante ella no había
nadie que pudiera percibir un solo punto oscuro.
Excepto una persona....
En las afueras del Santuario, en un frondoso bosque
se alzaba silencioso un antiguo y pequeño templo
que nadie advertía. Era conocido como "La
fuente de Athena", pero esto no era por que allí
existiese una hermosa fuente sino por que el aire de
esos alrededoresdurante miles de años , había
parecido como si punzase la piel, hélándola.
Incluso dentro del Santuario podría decirse
que casi nadie conocía la existencia de este
templo. Era como una UVI( Unidad de Cuidados Intensivos)
para caballeros. Y tanto Seiya como sus compañeros,
los cinco, que habían quedado agonizando tras
las graves heridas recibidas en la batalla, ahora estaban
siendo allí atendidos en todo lo que fuera posible
hacer por ellos.
En ese bosque de oscuro verdor, con la falda del vestido,
completamente blanco casi transparente, ondeando tras
ella, Saori andaba presurosa.
-Imaginaba que vendriaís Athena-
Ante ella Mu le cortaba el paso.
Mu, en ese momento, no pasó por alto en la
expresión de Saori el miedo que por un instante
apareció en su rostro. El miedo de quien se cree
culpable de un terrible crimen, algo que no era propio
de Athena.
-Por supuesto Mu.....como Athena que soy, es natural
que me preocupe el estado de mis caballeros, los caballeros
de Athena. Además es por mi culpa que ellos.....
-Si son caballeros es normal que sean heridos en nombre
de Athena e incluso aunque mueran en su nombre deben
sentirse satisfechos por ello. Eso es algo que debeís
ya saber bien.
Mu estaba leyendo su corazón y comprendía
perfectamente que la muchacha que estaba ante el no
era Athena era Saori Kido.
-Pero si llegara a perder a Seiya yo...
Sólo con pensarlo su autodominio se volvía
incluso más fragil que el vestido de seda que
llevaba.
-Por favor, apartate Mu-.
-No esta permitido que el amor de Athena sea vertido
sobre un solo caballero.....el amor de Athena debe ser
para todos sus caballeros por igual.
Saori trató de escabullirse de Mu, pero por
alguna razón sus piernas parecían estar
atadas por alambres y no podía moverse.
-El amor de Athena....sólo en un caballero...en
uno....-
Saori tenía la sensación de poder oir
los gemidos y el débil latido del pulso de Hyoga,
Shiryu, Shun e Ikki que junto con Seiya permanecian
tendidos sin sentido en la fuente de Athena, intentando
con todas sus fuerzas volver a hacer arder la llama
de sus vidas que se desvanecía.
Y no sólo eran ellos, el corazón de
Saori se compungía al recordar los numerosos
caballeros que por Athena habáin caido y vertido
su sangre.
Ante esta situación Mu le explicó a
Saori el origen del nombre de la fuente de Athena
En los tiempos mitológicos, cada vez que tenía
lugar una guerra sagrada, los caballeros que recibían
heridas mortales eran llevados a ese templo. Se decía
que un golpe de los caballeros podía desgarrar
el aire, romper el suelo. Incluso los que llevaban armadura
de bronce en un segundo podían lanzar más
de 100 golpes que rebasaban la velocidad del sonido.Los
caballeros de plata podían lanzar el doble o
incluso el triple y con respecto a aquellos que portaban
las armaduras doradas se decía que podían
lanzar más de 100 millones de golpes que alcanzaban
la velocidad de la luz.
Por tanto, sus combates eran algo inimaginable y asi
mismo el daño que podían recibir no podía
ser poco. La estructura de la materia, es decir el fundamento
de la misma era atacada y se llegaba a romper por lo
que ni siquiera los médicos actuales podrían
posiblemente salvar a la mayoría de los heridos
en estas luchas.
Muchos de los caballeros heridos, esperaba apaciblemente
en este templo del Santuario, que era como su segunda
casa, a que la muerte viniera a buscarlos. Pero entonces,
dice la leyenda, que desde las lejanas alturas de la
estatua de Athena cayó una lágrima. Una
lágrima que era como un cosmos dorado que humedecía
un reseco desierto como si de un oasis se tratara. Este
cosmos envolvió todo el templo y sus alrededores
y se dice que todos los caballeros se recobraron de
sus heridas salvando sus vidas.
Saori, aún con dolor comprendió bien
el sentido de lo que Mu quería indirectamente
decirle con esa historia. Al volverse y mirar hacia
el cielo, através de los frondosos árboles
podía ver la expresión noble y a la vez
dulce de la estatua de Athena.
-Ya no soís una simple joven, como la reencarnación
de Athena en esta época moderna donde todavía
pupulan las fuerzas maliganas tendreís que librar
muchas batallas-.
Esta vez no miró a Saori directamente por el
contrario permaneció con la mirada apartada de
ella quizá con respeto como si esa fuera la prueba
de que la reconocía como Athena y la veneraba
o tal vez fue producto de un extraño presentimiento
al percibir que desde la lejania la estrella polar había
empezado a emitir un cosmos inquietante.
Finalmente tras hacer a Saori una respetuosa reverencia
Mu desapareció entre los árboles.
Al poco Saori siguió el consejo de Mu y volvió
a la mansión Kido llavandose a Jabu, Kiki y a
los demás consigo.
-El amor de...Athena...
En contraste con su agitado corazón
el mar Egeo que contemplaba desde el avión brillaba
suavemente en un tono verde esmeralda.
En el capítulo
anterior:
-El amor de...Athena...
En contraste con su agitado
corazón el mar Egeo que contemplaba desde el
avión brillaba suavemente en un tono verde esmeralda.
El
Gran Amor de Athena!
Capítulo III
Ataque Misterioso.
Ya habían pasado varios días
desde que Saori abandonó el Santuario y a pesar
de que la estación templada ya había llegado,
en el santuario el tiempo permanecia siendo limpio y
fresco como si él también celebrase el
advenimiento de Athena.
Sin embargo esa mañana, por alguna razón,
había momentos en que podía sentirse una
intensa corriente helada. En la Fuente de Athena, donde
recibían toda la atención que era posible,
Seiya y sus compañeros aún no habían
recobrado el sentido y todavía vagaban por la
frontera entre la vida y la muerte. ¿Sería
que sus cuerpo, al igual que sus armaduras, no iban
a sobrevivir a la batalla de las doce casas?
La intranquilidad de los caballeros de Oro había
aumentado considerablemente cuando recibieron de Mu
la noticia de que las armaduras de Seiya y los demas
habían muerto.
Esa noche....
Los dos guardias apostados frente a la Fuente de Athena,después
de aburrirse de hablar del tema tópico del extraño
frío que hacia para esa estación, bostezaban
al unísono cuando fueron sacudidos por un temblor.
Inmediatamente abrieron sus soñolientos ojos
con atención.
Pero apenas hubieran gritado-¡¿Quienes
sois?!- ambos guardias cayeron muertos,a los pies de
cuatro o cinco sombras masculinas que, sin hacer ruido,
se introdujeron dentro del templo.
Al igual que cuando cazaban en su tierra natal, permanentemente
cubierta de nieve, contenían la respiración
y controlaban su energia tratando de captar los efluvios
de su presa.
-¡Es esa habitación!-
Los asesinos que,atravesaban corriendo la amplia galeria,
llegaron sin el menor extravio ante la habitación
donde los caballeros de bronce se recuperaban y de una
fuerte patada reventaron la puerta.
Dentro encontraron las figuras de Seiya y sus compañeros
tumabados en sus camas.
-¡¿Eh?!-
Una de las cinco camas estaba vacia
-¿No os parece qué para venir a visitar
a unos enfermos habeís sido demasiado bruscos
llamando a la puerta?-
Uno de los asesinos volvió la cabeza y en la
oscuridad del pasillo se encontró con la fantasmal
figura de un hombre. Con dificultad contuvo una exclamación.
-¿Qui...quien eres?-
-Hum, alguien que se cuela en el Santuario como si
fuera una vulgar rata ladrona me pregunta a mi mi nombre....no
me hagas reir-
Habiendo perdido su energia vital, con las mejillas
hundidas pero envuelto en una terrible aura de furia
Ikki se mostró a los asesinos, saliendo de la
oscuridad.
-¿Qué...qué es esto?
Respondiendo a la provocación lanzada por Ikki
los asesinos destrozaron la ventana y salieron persiguiéndole.
En su estado normal Ikki hubiera podido librarse de
sus oponentes con un solo golpe. Sin embargo tan solo
se había levantado de la cama gracias a su instinto
que percibió el aura de los asesinos que les
acechaban por que realmente Ikki, al igual que sus compañeros,no
se había recuperado de sus heridas mortales.
Si la lucha se prolongaba,no sólo él
sino también sus indefensos amigos serían
víctimas del grupo de asesinos.
-Eso no lo permitiré nunca-
Sin importale cuanto se quejaba su cuerpo malherido
al concentrar y aumentar su cosmos Ikki lanzó
su ataque más poderoso.
-¡¡HOYOKU TENSHOOO!!-
Los asesinos que por primera vez veían un ataque
de fuego tan poderoso abrieron los ojos con terror antes
de caer fulminados. Pero en ese momento el cuerpo de
Ikki se estremeció por algo diferente
al dolor de sus heridas.
Era un aura helada, de gran poder y rebosante de un
poderoso instinto asesino, un aura incomparable con
la de los asesinos de antes. La sombra blanca que salió
de la arboleda lanzó un golpe a una velocidad
imposible de seguir con la vista.
-¡Se ha movido a la velocidad de la luz, como
sólo los caballeros de oro deberían poder
hacerlo! ¡Es un golpe a la velocidad de la luz!-
Ikki se quedó petrificado ante el poderoso ataque
helado que se le acercaba tiñendo el lugar con
una luz blanco-azulada como si rasgara la noche. Un
escalofrío recorrió su espalda.
-En mi estado no voy a poder esquivarlo-
Y no sólo eso, ni siquiera llevaba puesta su
armadura, estaba a cuerpo descubierto.
Ikki, que hasta entonces nunca había sentido
un auténtico temor a morir,vió como el
dueño de la sombra esbozaba una maliciosa sonrisa
de triunfo, quiza fuera la sonrisa con la que dicen
que el dios de la muerte invita a los muertos.
-Hermano......
De pronto tuvo la sensación de oir la voz de
su hermano desde la lejania, pero Ikki ya se había
resignado a morir no había nada que pudiera hacer.
Cerró los ojos y sintió como una poderosa
aura helada estallaba frente a él. Pero entonces
notó un poderosisimo cosmos envolviéndolo.
-¡Shaka!-
Al abrir los ojos se encontró a Shaka de Virgo
parado frente a él protegiéndole del ataque
de hielo.
La sombra blanca desapareció en la noche.
Gracias al emblema de Odin de las corazas de los asesinos
vencidos resultaba evidente cual era su origen, venían
del norte, eran soldados de Asgard.
-¿Pero por que los soldados de Asgard han...?-
Shaka se planteaba esa pregunta. Realmente si alguien
pretendia amenazar al Santuario este sin duda podría
ser el mejor momento. La discordia interna causada por
la rebelión de Saga se había solucionado
y todo el Santuario se congregaba en unanimidad alrededor
de Athena, pero de eso
hacia demasiado poco tiempo, las cosas no estaban asentadas
y Seiya y sus compañeros que habían demostrado,durante
la batalla de las 12 casas una capacidad superior a
la de los caballeros de oro estaban agonizando, sin
duda ahora eran un blanco facil.
-Sin embargo-murmuró Shaka preguntándose
a sí mismo-La representante de Odin, Dios de
Asgard, la princesa Hilda, incluso en los paises vecinos
es amada y respetada por todos, se dice que rebosa bondad....-
-Entonces ¿por qué?
Antes de que Shaka pudiera terminar sus palabras Ikki
se acercó a él.
-Ya sea odin, ya sea Hilda no podemos permitir que
hagan lo que les plazca, debemos ir allí.
-En tu estado actual es imposible que puedas enfrentarte
a los legendarios Guerreros Divinos de Asgard. Además
tu armadura del Fénix al igual que las de tus
compañeros vaga por la frontera entre la vida
y la muerte.
-¿Cómo?-
-La armadura del Fénix, el pájaro inmortal,que
aún reducida a polvo o cenizas es capaz de resurgir
esta vez no puede sanar sus alas rotas. Sólo
podemos confiar en la capacidad de Mu para repararla
junto con las demas y en la capacidad de Seiya los demás
para superar sus heridas-.
Ikki no pudo mas asentir ante las palabras de Shaka.
Entonces se percató que la armadura de Shaka
que había recibido el golpe helado estaba como
quemada recubierta de blanca escarcha. Mientras que
Ikki ni con su golpe más poderoso había
sido capaz de producir el mas mínimo daño
a la armadura de oro de Virgo.
-Esa sombra blanca.....ese hombre, debía de
ser uno de los legendarios guerreros divinos de Asgard.
Por un momento en un lejano lugar de
su consciencia Ikki tuvo la sensación de ver
como la estrella polar así como las siete estrellas
a las que correspondia su custodia brillaban con un
extraño resplandor.
No fue hasta varios meses más tarde cuando Ikki
comprendió que quien le había atacado
aquella noche fue Bud de Alcor Guerrero divino de Zeta.
Autor : Yoshiyuki Suga
Ilustraciones : Shingo Araki y Michi Himeno
Gracias
a lyra por el material. Visita su pagina.
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